Me aferré a mi ropa de cama, fotos personales, ropa, libros y sí… ositos de peluche, para hacer mía mi habitación. Hablaba con The Kooks y organizaba charlas hasta que empezó a sentirse como mi espacio.
Debido a esta rara predisposición psicológica temprana (¿trastorno? Es broma), ahora me apego mucho a las cosas en la creación de un espacio como propio. Una vez leí que Florence & The Machine tira pañuelos de colores alrededor de sus habitaciones de hotel cuando está de gira para que el espacio se sienta como suyo. Esto resuena.
Rituales como este te permiten imprimir tu energía en un espacio y hacerlo verdaderamente tuyo. Me gusta imaginar las notas de la música filtrándose entre los ladrillos, las risas de mis amigos entrelazadas con la tela de la alfombra.
Dado que estoy pasando por lo que podríamos llamar un ~momento difícil~ con mi salud, estaba decidida a hacer que este nuevo apartamento pareciera un hogar, un espacio donde pudiera sanar.
Mi marido y yo ya estábamos alquilando nuestro antiguo apartamento amueblado, lo que significaba que no teníamos muebles (lástima), pero teníamos una pizarra nueva con la que trabajar (¡sí!).
Mi misión era hacer que nuestro nuevo lugar se sintiera lo más hogareño posible y por el menor precio posible.
Mis herramientas: tiempo y un tablero de Pinterest decente.
Mis contactos: un buen amigo que trabajaba en diseño de interiores (con gusto y consejos excepcionales) y un sanador de energía generoso y amable.